17 ago 2011

Osos, grizzlies... ¿meigas?

¡Hola a todos! 

¿Cómo va eso? Nosotros fenomenal. Esta mañana todavía estábamos en las rocosas, pero 800 Km de carretera después, ya estamos en Vancouver. Nunca había visto el Pacífico hasta ahora, ¡pero aquí está! :)  


(¡Perdonad por la mala calidad de la foto, pero era tarde, estábamos reventados y sólo podíamos hacerla con el móvil!).


El caso es que ya hemos puesto punto final a las Rocosas, pero prácticamente aún no os hemos contado nada. ¡Así que, seguimos con nuestro cuaderno de viaje


Si hay un tema recurrente en esta zona (o puede que en todo Canadá) es el tema de los grizzlies y de los osos en general. Ya antes de salir de Valencia, cuando estábamos planificando el viaje, leíamos en la guía de Lonely Planet de Canadá cuál debía ser la forma de actuar en caso de encontrarnos con un oso. Para quienes no lo sepáis:
En caso de que os encontréis al oso por casualidad, si os dais cuenta de que no os ha visto, conviene "hacer mutis por el foro" o "tomar las de villadiego"... Vamos, salir pitando, a ser posible en la dirección del viento, según la guía :)
Si, por contra, el oso sí que nos ha visto y se acerca a nosotros, lo mejor es reprimir nuestro impulso y no huir. Lo normal sería salir por patas. Pero no. Hay que quedarse quieto. Preferiblemente, en el suelo, adoptando una postura en la que queden protegidos los órganos vitales (por si acaso). Pero quedarse quieto, sin tratar de huir ni hacer aspavientos. ¡Hay que tener muucha sangre fría, vamos! :) Según la guía, de hecho, hay que quedarse así, quietecito, aunque el oso se acerque te zarandee. Porque (Lonely Planet dixit) el oso no nos ha buscado como alimento, sino que nos ha encontrado de forma casual y lo único que tiene es curiosidad. Así que, si dejamos que la satisfaga, probablemente se aburra pronto y se marche. Probablemente para entonces ya nos habremos muerto de un infarto, pero en teoría el protocolo a seguir es ése. 
Distinto es el caso de que, por la noche, durmiendo en una tienda de campaña, llegue un oso hambriento en busca de alimento. Entonces, según la guía de Lonely Planet, hay que defenderse de la forma más contundente posible, porque se trata de una agresión en toda regla.

Por suerte, en todos estos días no hemos tenido que probar ninguna de las técnicas descritas... Pero no sabéis hasta qué punto el tema de los osos está presente en todas partes.


Casi en cualquier establecimiento que se precie hay una figura grande de un oso a la entrada dando la bienvenida. En las tiendas de souvenirs venden osos en todas sus modalidades. Hay chistes sobre osos por doquier. Incluso en las pastelerías hay dulces con forma de garra de oso... 





Todo eso en algún momento nos ha hecho pensar si el tema de los osos no sería una especie de "imagen corporativa", de marketing dirigido a los turistas.


Pero, folklore y bromas aparte, es de lo más normal encontrar carteles en la carretera y por los caminos con mensajes como "CUIDADO CON LOS OSOS" o "TODOS LOS OSOS SON PELIGROSOS. PERMANEZCA EN SU VEHÍCULO EN CASO DE VER ALGUNO." Y, aunque parezca mentira, todos los contenedores de basura están hechos de manera especial para que no puedan ser abiertos por los osos. Porque, por lo visto, tienen mucha actividad nocturna y van por ahí buscando alimento. Y, al olor de la basura, es normal que se acerquen.

Vamos, que, aunque tanto hablar de ellos hace que al final dudes de su existencia, el caso es que un poco de respeto sí que terminan por infundirte. Y, según hemos leído en internet, el hecho es que cada año hay dos o tres muertes por ataques de oso en Norte América. Así que algo de verdad debe haber en toda la historia de los osos... :)


El día 10, nuestro primer día en Canadá, nos fuimos de excursión al lago Minnewanka,


 


El lago Minnewanka es el más grande de los lagos del Parque Nacional de  Banff, aunque no es ni mucho menos el más bonito de los que hemos ido viendo durante estos días. En cualquier caso, como primera toma de contacto, fue una excursión estupenda.
El caso es que dimos un pequeño paseo por el lago en el cual nos encontramos, además de varias ardillas, otro animal que no sé si es un rebeco. (Por aquí hay de todo: ciervos, rebecos, wapitis, alces, renos, caribús... y, la verdad, estamos un poco perdidos :) Aquí tenéis la foto y, si tenéis clara la variedad, ya nos ilustraréis :) 




Después de dar una vuelta, hicimos una pequeña excursión que empezaba justo al lado del lago. Era un camino que bordeaba la orilla y que conducía hacia un cañón. 
La excursión fue muy agradable y el cañón nos pareció una pasada. Sin embargo, llegamos a un punto en que había un mapa y un cartel informativo en el cual se advertía seriamente a los turistas que no continuasen caminando si no iban en grupos de, al menos, cuatro personas y si,además, no iban provistos de ¡¡un spray anti-osos!! 
Sí: spray anti osos :)


Lo sé: suena a broma (o a timo) lo del spray anti osos. YPero, al mismo tiempo, cuando te encuentras delante de un camino en el que no se ve a nadie más y que se adentra en un bosque  tan espeso... La verdad es que un poco sí que asusta. De hecho, ¿sabéis lo que compramos esa misma tarde en Banff, verdad? Un spray anti osos por el precio de ¡¡37 dólares!! Spray que, por supuesto (y gracias a Dios), no hemos comprobado si servía para algo.






En cuanto a la excurisión al Lago Minnewanka, la verdad es que fue fenomenal. Como hemos dicho, no es el lago más bonito de todos los que hay en la zona. Pero, como fue el primero que vimos, estuvo muy bien. Más que el lago en sí, el paseo, el bosque, el entorno... Y el cañón que había justo antes del tramo en que se recomendaba ir en grupos de cuatro y con el dichoso spray.











Después de la excursión nos acercamos a Canmore, que es un pueblo más pequeño que Banff, algo menos turístico y más tranquilo. Aparcamos en la que parecía la calle principal del pueblo. Muy similar a Banff, con casas de dos alturas como máximo, no muy grandes, cuya escasa altura permite que las montañas conserven todo el protagonismo. 



Casi nada más bajar del coche nos encontramos con un cartel que ponía Harvest Moon Accoustics y que indicaba hacia el interior de una especie de pasaje. Tatín, como si hubiera llegado hasta allí sabiendo perfectamente lo que se iba a encontrar, entró hacia adentro y, en un momento estábamos delante de una tienda de guitarras acústicas. Mi novio (perdón, mi marido) miraba el escaparate desde fuera y casi se le caía la baba... Y, aunque tuve que animarle un poco para entrar, tampoco fue difícil convencerle. Así que allí estuvimos un buen rato, con el dueño de la tienda, probando guitarras made in Canada. Porque, para quienes no lo sepáis, las acústicas canadienses son especiales y no es fácil poder probarlas en España, así que había que aprovechar :) 














Un rato después, al volver a salir a la calle, estaba lloviendo. Aun así, paseamos un ratito porque estaba muy agradable y con poca gente. Aprovechamos, además, para entrar en varias tiendas. Una de ellas, una tienda de delicatessen en la que, entre otras cosas, vendían latas de pimientos del Piquillo y latas pimenton de la Vera anunciándolas a bombo y platillo :) Fue gracioso :) 




Hacia las siete, volvimos a Banff Town. Las tiendas estaban abiertas todavía, así que dimos una vuelta antes de cenar. 


Y la cena fue, si no lo mejor, al menos sí lo más inolvidable del día.  


La guía de Lonely Planet describía el Restaurante Grizzly House como "decadente y exótico a la vez". Y, aunque sea una combinación difícil de imaginar, el caso es que la descripción es acertada.




La decoración en el interior es, cuanto menos, pintoresca. El olor intenso a no sé qué quitaba las ganas de comer. Y la grasa, que parecía impregnarlo todo, tiraba para atrás. Sin embargo, el ambiente que encontramos y lo peculiar del sitio hacia pensar que no nos habíamos equivocado en la elección. Cabezas de búfalo colgadas en las paredes, cuernos de animales variados, totems... 
  





El local era grande y más bien oscuro. Esperamos cinco minutos hasta que el camarero nos acompañó a nuestra mesa. El menú también era peculiar. La carta comenzaba con un Steak Tartar que, según especificaba, era el único plato crudo de toda la oferta de Grizzly House. Había Fondue clásica y Raclette. Pero el plato estrella era, sin lugar a dudas, la carne. Concretamente, la carne a la piedra. Carnes "corrientes", como ternera o pollo. Pero también otras más especiales, como avestruz, venado, jabalí o búfalo y otras verdaderamente exóticas, como el alce, el caribú, el tiburón ola serpiente. Curioso... 


Nosotros pedimos una salchicha de alce y caribú y un plato de búfalo, jabalí, venado y alce.Mientras esperábamos la comida, disfrutábamos observando el espectáculo y, cuando finalmente nos la trajeron y el camarero  nos explicó cómo teníamos que preparar la carne, averiguamos qué era ese olor. Ese olor al que no nos habíamos acostumbrado a pasar de llevar en el local más de media hora: era la mantequilla de ajo que todo el mundo tenía que poner en la piedra para cocinar la carne. 


La alfombra que cubría el suelo del restaurante, las sillas tapizadas de una tela roñosa estampada en tonos indefinidos, los churretes de grasa que impregnaban la pared y, sobre todo, ese olor... ¡era verdaderamente asqueroso! :)) Pero, al mismo tiempo, la carne, las salsas y el pan estaban muy, muy ricas. Y la experiencia de comer alce, búfalo y jabalí resultó interesante. Como también lo eran los personajes que había en aquel antro. Lo pasamos increíblemente bien. Probablemente, el rato más divertido del día. 


Además, el aroma peculiar de la mantequilla de ajo requemada aun nos acompañó todavía durante un buen rato después de salir de allí. Sin duda, toda una experiencia y un auténtico homenaje a la comida carnívora. Y es que, como ponía en la cuenta que nos dieron antes de irnos: "man does not Live by bread alone" ("no solo de pan vive el hombre"). ¡Buenísimo hasta el final!


Desde luego, si vais a Banff, no importa si visitáis o no el Minewanka Lake, ¡pero no podéis perderos la Grizzly House!