22 ago 2011

Vancouver

Hola a todos! ¿Cómo estáis?


Estamos en Alaska desde anteayer. Y, por ahora, nos está encantando. ¡Tenemos que volver, porque cuatro días es poquísimo para todo lo que habría que ver aquí!


De todos modos, hoy no vamos a contaros nada sobre Alaska. Hoy toca entrada dedicada a Vancouver. La tenemos escrita desde el día que cogimos el vuelo a Alaska. Desde el día 19, vamos. Pero como no hemos tenido conexión a internet decente, no hemos podido colgarla hasta ahora. Así que allá va :)





Después de tres noches en Vancouver, hemos dejado definitivamente Canadá. El martes, día 16, fuimos en coche de Jasper a Vancouver. 800Km. A loooong, loooong drive...! :) 


Antes de salir de Jasper hicimos una visita a la oficina de Correos para enviar un par de paquetes a Valencia. No eran regalos, sino ropa sucia y cosas que no nos iban a hacer falta pero que ocupaban espacio en la maleta. Y, como es más barato enviarlo por correo que pagar por exceso de equipaje en el avión, decidimos anticiparnos :)





Llegamos al hotel hacia las 20h después de conducir unas ocho horas y media más o menos. Nos dio pena dejar las Rocosas poque, de verdad, es una zona increíble. De todos modos, nuestro viaje en coche fue estupendo y, a pesar de todo, no dejamos de ver montañas y bosques impresionantes. De hecho, descubrimos que los bosques llegan hasta el mar


Al llegar, estaba terminando de anochecer y el cielo estaba precioso. Y, como la habitación estaba completamente volcada al mar y los ventanales eran enormes, nada más entrar en el cuarto, que estaba en un piso 17, la panorámica del puerto, con la luz de la puesta de sol en el mar y en las nubes, la montaña de enfrente, con bosque que llegaba casi hasta el agua... ¡era impresionante! 


Estos dos días han sido muy tranquilos y, prácticamente, nos hemos dedicado sólo a pasear por la ciudad. 


La primera mañana fuimos en bici a recorrer Stanley Park, que es un parque que ocupa una pequeña península (unida a la península que ya es en sí misma la propia Vancouver). 
El parque está cubierto de bosque, aunque el recorrido que se hace en bici va bordeándolo, de manera que no ves tanto el interior del parque como la costa. Fue un paseo muy agradable. 






































La diferencia entre los distintos barrios es una de las cosas más interesantes de la ciudad. 


Por una parte, la zona donde estaba nuestro hotel, al lado del puerto, rodeado de más hoteles grandes y, sobre todo, edificios modernos de oficinas, centros de convenciones, etc. 


Hay también barrios residenciales muy tranquilos. En uno de ellos, cercano al centro, vimos una cosa curiosa: muchas de las zonas verdes que hay por la calle son plantadas y cuidadas por vecinos de la zona.



Paseamos también por una zona llamada Gastown y situada justo al lado de nuestro hotel que era muy agradable, con muchos restaurantes y algunas tiendas que, en general, estaban emplazados en edificios antiguos de ladrillo, de corte bastante industrial, con amplios espacios diáfanos que habían sido reformados y que ahora estaban preciosos. 


Fuimos también a ChinaTown, pero la verdad es que, en comparación con la de Londres o Nueva York, resultaba bastante decepcionante. De hecho, no había prácticamente ningún movimiento por las calles, salvo en un par de locales. Pero lo desierto que estaba todo y la pinta de la poca gente con la que nos cruzamos no invitaba a quedarse mucho rato. 


Pero durante estos días hemos ido recorriendo también otras zonas bastante diferentes entre sí. 


El primer día, al entrar en la ciudad, atravesamos con el coche la que se supone que es la peor parte de la ciudad: El West Side. 


Una zona pegada al centro de la ciudad pero extraordinariamente marginal. La gente está literalmente tirada por las calles, hay prostitutas allí donde mires y los trapicheos se ven sin necesidad de fijarse mucho. Por esta zona pasamos en coche. A pie hubiese sido impensable. De hecho, al día siguiente, de camino a China Town, nos acercamos un poco a la zona chunga y asustaba ir por allí. La gente que se veía era de lo más peculiar. Cada uno peor que el anterior. La mayoría, drogadictos y gente a la que se veía trastornada. Vimos incluso a unos que estaban sentados literalmente en medio de la calle quitándose piojos el uno al otro. Por otro lado, en cualquier lado de la ciudad y a cualquier hora del día había mendigos pidiendo por la calle. Todos ellos con un aspecto muy deteriorado. Gente a la que se veía literalmente hecha polvo. Muchos en silla de ruedas, con andadores o arrastrándose por el suelo en forma casi grotesca. La mendicidad, por lo que ya habíamos leído, es una forma de vida en Vancouver. Y cruzarte a estas personas y que se dirigiesen a ti constantemente daba pena. Pero, sobre todo, resultaba desagradable. En parte, porque muchos se dirigían a ti de forma algo hostil y en parte porque, aunque veías que era gente que estaba mal, evidentemente, también te dabas cuenta de que eran verdaderos profesionales, expertos en potenciar su situación y que se dedicaban a intimidar al turista y a observar su reacción. No era como la situación en que te encuentras cuando en un lugar pobre te rodea gente necesitada, en la que puedes sentirte abrumado y triste por la situación. Era algo buscado, estudiado en cierto modo. Y daba pena porque veias que era gente que no estaba bien. pero, sobre todo, producía una sensación bastante inquietante. 


En fin... Fuera de esto, que es una característica bastante peculiar de la ciudad pero que no lo es todo, Vancouver es una ciudad tranquila, manejable, agradable y fácil de recorrer a pie. La gente es muy amable. Sin buscarlo, en los días en los que hemos estado aquí hemos entablado conversación con bastante gente. En general, la gente ha sido encantadora desde que aterrizamos en Canadá. Tatín ya había estado en Vancouver hace 14 años, en verano. Casualmente, el mismo verano que yo estuve en USA y que, por cierto, también visité Canadá (Montreal, concretamente). Se notaba que le hacía ilusión llegar a Vancouver y volver a recorrer los sitios por los que se había movido cuando estuvo por aquí. Y se acordaba de muchísimas cosas perfectamente, aunque, como suele pasar, recordaba todo mucho más grande, mayores distancias, etc. 


En esta zona el marisco es el plato estrella y cualquier restaurante de pescado que se precie tiene una "barra de ostras". Nosotros no hemos ido por ningún restaurante así, pero lo que sí que hemos hecho ha sido comer mucho sushi. 
Mucho, de buena calidad y bastante más barato que en España. Disfrutamos con la comida. Creo que especialmente, yo. Pero a los dos nos ha encantado. 










Además, también hemos ido de tiendas. No hemos entrado en ninguna tienda de las de recuerdos y postales (aunque alguna sí que ha caído). La primera mañana, cuando íbamos a alquilar la bicicleta para ir por Stanley Park, entramos en una tienda de cosas para perros que también era Peluqueria canina. Compramos alguna chorradilla, aunque poca cosa. Pero es que en España no hay tiendas así. La variedad de cosas especiales para perros era impresionante. Juguetes, ropa, comida, premios de lo más diversos... Comederos y bebederos de todo tipo. Incluso había un mostrador enorme de pastelería para perros. Era un locura. 


Además, fuimos a dos tiendas de guitarras. Ya sabéis...las famosas acústicas canadienses :) 




El miércoles fuimos a una tienda bastante grande en Granville St. donde Tatin solía ir a menudo mientras estuvo en Vancouver. Él iba siempre a ver una guitarra que en su época de chico heavy le gustaba mucho. Y esta vez fuimos para probar acústicas. La tienda ocupaba el edificio completo. Es como el Corte Inglés de la música, según Tatin :)  El segundo día fuimos a otra tienda más pequeña, en una zona más apartada, pero con mucha variedad de guitarras, nuevas y también de segunda mano. No sé cuántas guitarras probó esta vez... Pero le pregunto a Tatin y dice que aproximadamente unas 20!! :)) Creo que se lo pasó bien :)) 

La última a la que fuimos fue una tienda en la que sobre todo tenian ropa y objetos de cuero hechos en Montreal. Pasamos por allí por casualidad, de camino a un restaurante japonés, y entramos por echar un vistazo. Nos pusimos a charlar con las dependientas casi antes de entrar en la tienda, porque en cuanto comentamos que éramos españoles, una de ellas nos dijo que en un par de semanas se iba a España de viaje. Y a partir de eso nos pusimos a hablar. Le recomendamos un restaurante en Barcelona (incluso le apuntamos la dirección) y nos dio su correo por si se nos ocurría algún dato mas que pudiera ser interesante para su viaje :)) Después de 15 minutos de charla, por fin, echamos un vistazo. Las cosas que tenían en la tienda eran una pasada. A mí me encantó una cazadora, aunque no me decidí y me fui sin nada. Tatín, en cambio, encontró una billetera para sustituir la suya, que estaba hecha polvo. Nos fuimos a comer, pero yo seguí dándole vueltas a lo de la cazadora todo el día :) Así que por la tarde, a ultima hora, volvimos a pasar para verla de nuevo. Y no sólo nos llevamos esa, sino también otra para Tatin. En resumen: arrasamos :) Y nos llevamos los dos un estupendo recuerdo canadiense :) 

Ahora estamos en el avión, sobrevolando el pacifico en paralelo a la costa, a mitad de camino entre Vancouver y Anchorage. Cuando llegamos a Vancouver tuvimos que retrasar una hora más el reloj y al llegar a Alaska habrá que retrasarlo una hora más hasta quedarnos con diez horas menos con respecto a España. Vamos, que llegaremos a las 13:30h, que en España serán las 21:30h, salvo error u omisión... :) 

En fin... Esperamos que estéis muy bien todos. Nosotros, como veis, no lo estamos pasando nada mal :) De hecho, estamos disfrutando mucho, pero también nos acordamos de vosotros. En diez días estaremos de vuelta, y mientras seguimos en contacto. 

¡Muchos besos a todos!


PD: Aquí os dejamos alguna otra foto de Vancouver