29 ago 2011

McKinley or not McKinley...?


¡Hola de nuevo! Estamos a punto de volver del viaje y nos faltan MUCHISIMAS cosas que
contaros... ¡Así que vamos a intentar poner el turbo!

Después de la visita a Kenai Fjords, fuimos a Talkeetna. La idea era coger un vuelo en avioneta para ir a Denali National Park y para volar por la zona del Mc Kinley y aterrizar en un glaciar. Nos apetecía mucho, pero no pudo ser. Para ser sincera, a mi me daba algo de miedito, pero en el fondo me gustaba el plan y seguro que el miedo se hubiera pasado rápido. El caso es que en Talkeetna hacía buen tiempo, pero por la zona del McKinley no. Y ninguno de los dos días salieron vuelos. Así que hubo cambio de planes forzoso.
El hotel de Talkeetna era estupendo, en el campo y, teóricamente, con las mejores vistas del McKinley, sólo que nosotros no llegamos a disfrutarlas, porque, aunque donde estábamos hacía sol, el McKinley  estaba completamente cubierto por las nubes. De hecho, desde el sitio desde donde se tenía que ver la montaña, lo único que se veía era esto:

Una vista estupenda, sí. Pero ni rastro del McKinley.

Eso sí: las habitaciones eran comodísimas y el hall del hotel enorme, con un ventanal tremendo, con un techo altísimo y una chimenea de tamaño acorde, siempre encendida, en el centro de la estancia. Además, había jardín y mesas para comer al aire libre.Así que el primer día lo pasamos por allí, comiendo en el restaurante y paseando. Tatín aprovechó, además, para hacer una "cata" de cervezas locales hasta decidir cuál le gustaba más.























Además, por la tarde nos acercamos al pueblo de Talkeetna, que era minúsculo, pero nos dio para pasar una tarde muy entretenida y, a ultima hora, antes de volver al hotel, comimos un trozo de pizza en un sitio del pueblo donde había música en directo. Como veis, Talkeetna no era una gran urbe, pero no tenía desperdicio:


















A la mañana siguiente seguíamos sin poder volar y parecía que no iban a cambiar las cosas a lo largo del día, así que nos fuimos en coche al Denali National Park. Estuvimos conduciendo gran parte del día, pero fue estupendo. Moverte por allí es toda una experiencia. Durante bastante tiempo no nos cruzamos con nadie en la carretera y, cuando por fin paramos en una gasolinera, el sitio era como para verlo. Si creíamos que habíamos estado ya en el culo del mundo, estábamos equivocados. En la gasolinera nos atendió un abuelito con rasgos "alaskeños". El pobre estaba SUPER mayor y parecía que le costaba cada movimiento. Pero, además, las estanterías de la tienda las tenía medio vacías... El hombre era muy amable, eso sí. ¡Y, por suerte, gasolina sí que tenía!

En cualquier caso, los quilómetros merecieron la pena porque el camino era muy bonito y el paisaje al llegar al parque, precioso y completamente diferente a lo que habíamos visto hasta ese momento, porque estaba bastante más al norte. Seguimos viendo árboles, y a veces, muchos. Pero había ratos en los árboles casi desaparecían. Y, lo que no desaparecía en ningún momento era un manto rojizo de arbustos bajitos que cubrían cada centímetro del suelo. El paisaje y los colores eran preciosos. Además, aparte del color rojizo del suelo, parecía que el otoño allí ya estuviese empezando y el amarillo salpicaba los bosques, que eran de abetos mezclados con árbol de hoja caduca.













La visita al parque fue cortita, pero como os decíamos, mereció la pena porque vimos una zona y un paisaje muy diferentes a lo que habíamos visto hasta ahora. Una pena no haber tenido más tiempo, pero
estuvo genial :)

Desde Denali, nos fuimos a Anchorage y allí merendamos-cenamos. De nuevo en Rumrunners, donde encontramos alguna "joyita" más, como las que ya os comentamos en la primera entrada sobre Alaska:



Luego fuimos a buscar  edificio de la ópera de Anchorage porque nuestro amigo Esteban nos había pedido que, por favor, le llevásemos una foto. Cuando nos la pidió, yo me imaginaba que se trataría de un edificio emblemático o algo así. Sin embargo, no estaba en nuestra guía ni en ninguno de los folletos que vimos. Y es que no era lo que esperábamos:



Estaba en medio de un polígono con no muy buena pinta. Tatín, de hecho, cuando hice las fotos, me dijo que mejor no saliera, que las hiciera desde el coche :)) El caso es que, en el fondo, el edificio de la Ópera era acorde con el resto de la ciudad. Pero el hecho es que, como dice Esteban, demuestra que hasta en un sitio así, en medio de la nada, se preocupan por la ópera :)


Esa noche, desde Anchorage, volamos a Chicago y, a la mañana siguiente, ya estábamos en la ciudad del viento. En cuanto podamos, os lo contamos también... :)

¡Besos!